Si gustas de leer en el coche para amenizar un viaje, ya sabes a lo que me refiero: a esa sensación de náusea y mareo que sobreviene más pronto o más tarde...
¡Abuelo, deje de leer en el coche! ¡Que se va a marear!
Y lo hace porque la información que recibe el cerebro de los diferentes sentidos no concuerda. Y ya tenemos aquí la desorientación espacial, la náusea y el vómito.
Una persona estima su ubicación espacial gracias a la combinación de diferentes informaciones provenientes de la vista, el tacto, el oído… Entre éstas tiene una particular importancia la recibida del oído interno, por su relación con el equilibrio y el movimiento.
Al leer en un coche en marcha los ojos permanecen fijos en el libro, incluso la visión periférica capta el interior del coche como una imagen fija. Todo ello nos comunica que estamos quietos. Si la marcha es lineal y sin cambios constantes en el desplazamiento, no habrá problemas (de hecho es lo que ocurre si leemos en un tren en marcha), pero si el automóvil se sacude, gira o cambia de velocidad, algo inevitable en un trazado con curvas, los oídos discrepan de esa información.
Si se sufre mareo ayuda el hecho de dejar de leer y mirar por la ventana, eliminando así la información contradictoria.
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